Al lunar en mi pera
sobre el que nadie va a escribir
así que, lo hago yo:
qué bien me quedás.
A mi ombligo que tapé tanto,
a mis cejas sin depilar,
a la espalda que me hicieron odiar.
A mi cuello sin estilo
y a mis pestañas rectas,
sin curvas, amargadas.
A mi boca nueva, siempre abierta,
para besar, gritar y reír:
qué bueno es estar despierta.
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