A veces, cuando me despejo,
a veces, cuando dejo de sentir todo tan lejos,
a veces, cuando puedo tolerar los reflejos,
a veces no me dejo.
Acariciarme lento,
con los labios, con los dedos,
con pensamientos.
Ya lo puedo sentir
todo, con sus brillos
y sus puntas filosas
que no duelen pero son contagiosas.
Puedo sentirlo todo y también puedo ver
que no sé volver
(nunca supe volver)
y que no quiero volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario